El escritor oriundo de Rojas,
Ernesto Sábato, a la hora de escribir su último ensayo (
La Resistencia) no necesitó, únicamente, releer sus antiguos escritos en los que afirmaba su tesis a favor del humanismo y en contra de la máquina. Sábato es un engendro maldito de la Revolución Industrial y a diferencia de
Terminator 3, él se rebela contra las máquinas que nos deshumanizan.
En el citado ensayo que se publicó en el año 2000 (en tiempos en que los argentinos no sabíamos a donde íbamos a parar), el escritor ponderó las relaciones interpersonales: que éstas vuelvan a reflotarse y que no se dejen de lado (algo que sucede con normalidad en nuestros días) por culpa de la televisión.
“Ahora la humanidad carece de ocios, en buena parte porque nos hemos acostumbrado a medir el tiempo de modo utilitario, en términos de producción. Antes los hombres trabajaban a un nivel más humano, frecuentemente en oficios y artesanías, y mientras lo hacían conversaban entre ellos. Eran más libre que el hombre de hoy que es incapaz de resistirse a la televisión.”
Ernesto Sábato, La Resistencia. Booket, 2005.
Según lo que refiere la contratapa de
Brave New World (o Un Mundo Féliz), la novela describe un mundo futuro en el que "se han cumplido los peores vaticinios: triunfan los dioses del consumo y la comodidad..."
La referencia de la contratapa del libro de Sábato es algo parecido a lo que cité sobre el libro de
Aldous Huxley: "La resistencia es un libro para aquellos que saben leer los símbolos que se abisman entre uno y el universo: la incomunicación, el culto a sí mismo, la reverencia a los dioses de la televisión, el trabajo deshumanizado, el imperio de la máquina sobre el ser..." Cabe referir que es muy de ladri mencionar "sin querer" otro libro de Sábato (y de ensayos) en el texto del reverso (que, justamente, sirve para vendernos el libro, porqué debemos comprarlo/leerlo).
Pero más allá de ventas y consumos, lo que me pareció destacar es lo que encontré en la novela futurista del escritor británico:
(antes de citar el texto, y para su mejor entendimiento, Lenina es una mujer creada por una cadena de montaje y Bernard, probablemente -no terminé de leer el libro- es alguien que nació como cualquiera de nosotros y que vivió con su familia, cosa que es común en nuestra era pero algo extraño y que dejó de existir en el mundo donde vive)
-Quiero poder mirar el mar en paz -dijo-. Con este ruido espantoso ni siquiera se puede mirar.
-Pero ¡si es precioso! Yo no quiero mirar.
-Pues yo sí -insistió Bernard-. Me hace sentirme como si... -vaciló, buscando palabras para expresarse- como si fuese más yo mismo y no una parte de algo más, ¿me entiendes? No sólo como una célula del cuerpo social. ¿Tú no lo sientes así, Lenina?
Pero ella estaba llorando
-Es horrible, es horrible -repetía una y otra vez-. ¿Cómo puedes hablar así? ¿Cómo puedes decir que no quieres ser una parte del cuerpo social? Al fin y al cabo, todo el mundo trabaja para todo el mundo. No podemos prescindir de nadie...
(...)
-¿No te gusta estar conmigo?
-Claro que sí, Bernard. Pero este lugar es horrible.
-Pensé que aquí estaríamos más... juntos, con sólo el mar y la luna por compañía. Más juntos que entre la muchedumbre y hasta que en mi cuarto. ¿No lo comprendes?
-No comprendo nada -dijo Lenina con decisión, determinada a conservar intacta su incomprensión-. Nada. -Y prosiguió en otro tono-: Y lo que menos comprendo es por qué no tomas soma cuando se te ocurren esta clase de ideas. Si lo tomaras olvidarías todo esto. Y en lugar de sentirte desdichado serías feliz. Muy feliz -repitió.
Aldous Huxley, Un mundo feliz. Debolsillo, 2007.
Por último, expreso por este medio el agradecimiento hacia
Malingas (como digitalmente es conocido) por su recomendación a que lea "La Resistencia".
Etiquetas: Cultura