sábado, 11 de agosto de 2007

"Sábado por la mañana"

Estaba ahí en la cama. Postrado. Sin ganas de moverse. Estaba tan cómodo que si le daban a elegir como morir, él iba a optar por como se sentía ahora. Descansado. Libre. Tranquilo.
La cama, matrimonial, contaba con una de esas sábanas doradas, que se ven en las telenovelas, con aquellos almohadones grandotes que cuando uno apoya la nuca parece que se hunde en las profundidades, sumergiéndose y no queriendo volver a reincorporarse. También estaba por encima la frazada, a cuadros, verde oscura con líneas rojas transversales. Y además (aclaremos que el frío que hacía afuera ameritaba a estar bien abrigado adentro de nuestros aposentos) estaba el cubrecama. Marrón. No era muy bonito. Pero a él no le importaba. Solo le interesaba que el cubrecama fuera efectivo, ya que no sentía ningún tipo de corriente fría por su cuerpo.
¿Para qué iba a moverse?, se preguntaba. Que orden había para hacerlo. ¿Quién necesitaba de sus acciones? ¿Acaso en un Sábado por la mañana hay que levantarse temprano? ¿Para qué? ¿Para ver por la ventana del departamento como algunos pocos sujetos caminan por la vereda yendo a cumplir sus respectivas tareas laborales, con gestos que demuestran su desgano?
Él se sentía relajado, no había organizado ningún quehacer. Se podría decir que hoy era un ermitaño más.
Pero de pronto él escuchó un timbre.
- No parece ser el mío - pensó -.
Se escuchó apenas, casi como un esbozo. ¿Quién podría ser a esta hora y encima un Sábado?
Al no estar seguro, no quiso levantarse. Siguió con lo que estaba haciendo: Observar el techo.
En su escritorio yacía un libro de Galeano, una taza vacía del día anterior, el velador infaltable y además el cenicero, claro está. Era un fumador empedernido. Pero en ese momento no tenía ganas de fumar.
El timbre volvió a sonar. Él seguía con la duda. Insistente, escuchó de nuevo el sonido del timbre. ¿Podría ser una urgencia?
Meditó un poco más. Terminó levantándose. Y se dirigió hacia la puerta. Al girar la perilla, la puerta se abrió y esperando algún saludo o algo por el estilo, trató de mostrar su mejor cara. Pero no había nadie. Miró hacia el suelo y recorriendo la vista hasta llegar a sus pies, vio que descansaba un sobre. Era de la compañía de gas.
En todo el día jamás volvió a estar de humor.

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1 Comentarios:

Blogger tennisjournalist dijo...

Hola. Es la primera vez que leo el blog. La verdad es que me gustó mucho, sobre todo los posts de fontanarrosa, atrapado sin salida y éste.
Te cuento que tengo un blog sobre cine, literatuta, música, deportes y otras cosas. La dirección es http://todoloqueimagines.blogspot.com
Espero que pases a visitarlo y me dejes un comentario.
Saludos

13/8/07 10:46  

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