viernes, 13 de abril de 2007

Haciendo campaña (?)



El otro día estaba buscando por Google -donde, sino- una foto de los afiches que pegó la gente de Ibarra que dicen: TELERMAN TRAIDOR.
Finalmente, no pude dar con la foto pero en la parte de Webs encontré una nota interesante que el Boletín Oficial publicó el 27/11/05 sobre el prontuario de Jorge Telerman:

El cóctel ideológico,
Semiólogo, psicoanalizado y judío. Periodista y vocero político, diplomático y funcionario de cultura. Vecino del barrio de Palermo, con cuatro años vividos en Washington y uno en La Habana. Adicto a la literatura, criador de canarios y entusiasta cocinero de entrecasa. Adolescencia militante en la izquierda prosoviética, juventud en tránsito hacia el peronismo. Y desde que llegó a destino, ni sectario ni excluyente: fue cafierista, menemista, duhaldista, belicista, un poco frepasista y, si lo dejan, también será kirchnerista.

Irónico, elegante, culto, capaz de reírse un poco de sí mismo y mucho de los demás, autor de un proyecto que propone denominar Franz Kafka a un pasaje de Palermo Viejo que hace esquina con la calle Jorge Luis Borges, nuestro protagonista enarbola con orgullo el único dato que podría mellar su biotipo: se casó apenas una vez y sigue con la misma mujer desde hace 23 años.
A Telerman, que el martes cumplirá 50 años, el retorno de la democracia lo encontró trabajando como periodista de Radio Belgrano en la cobertura del juicio a las Juntas Militares. A esa emisora, por su inclinación hacia la izquierda, desde la derecha la llamaban "radio Belgrado". Era otra época, en la Argentina y el mundo. Tanto que todavía existía la Yugoslavia socialista del mariscal Tito y Belgrado era su capital.

Allá por 1985, el viejo Canal 13 hizo algo poco común: llamó a concurso para cubrir un puesto de periodista político en progra ma que los sábados por la tarde dirigía Juan Alberto Badía. Telerman se presentó y ganó. Segundo quedó alguien de quien se escucharía hablar bastante en los años siguientes: Daniel Hadad.
Como se hizo un lugar en la política,
Una entrevista a Antonio Cafiero le abrió las puertas de la política. Al jefe renovador bonaerense le llamaron la atención el verbo y la cabeza de ese periodista, y le ofreció incorporarlo a su equipo. Cafiero apuntaba para gobernador y amasaba su sueño presidencial. Telerman no lo pensó dos veces: dio el sí y fue desde entonces vocero cafierista.

Cuando Carlos Menem decidió que ese capítulo de la historia se escribiría con su lapicera, nuestro hombre quedó un breve tiempo a la deriva. Pero pronto se rehizo: consiguió conchabo con Guido Di Tella, primero embajador del menemismo en Estados Unidos y más tarde canciller. Un tipo despierto como Telerman no iba a desperdiciar aquella incursión impensada en la diplomacia: terminó en Washington, contratado por la OEA durante tres años como vocero de su titular, el colombiano César Gaviria.

Desde allí, su salto a la Embajada argentina en Cuba ya no extrañó a nadie. Pasó un año en La Habana, en los días posteriores a la histórica visita del papa Juan Pablo II, cuando Occidente creía que era posible una apertura política en la isla. Extraños días en los que Menem ejercitaba a pleno su relación carnal con los Estados Unidos, pero eso no le impedía mandarle vinos de su bodega riojana a Fidel Castro y recibir a cambio los descomunales cigarros con que le retribuía el líder cubano.

Con la ligereza con que aquí ponemos y sacamos rótulos, aquella estancia en La Habana pareció servirle a Telerman para purgar su servicio al menemismo y reincorporarse a las alegres filas progresistas. Así, después de pasar una breve temporada junto a Eduardo Duhalde, se sumó a la Alianza. Junto al actual ministro Daniel Filmus fueron las "patas peronistas" del primer gobierno de Ibarra en la Ciudad: él como secretario de Cultura y Filmus en Educación. Las escaramuzas de la interna, de las que muchas veces salió magullado, terminaron colocándolo como compañero de fórmula de Ibarra para el segundo mandato.

El resto es historia reciente. Hace casi dos semanas que está a cargo del Gobierno de la Ciudad y el futuro, siempre, está por escribirse. Sobre ese futuro, quizás convendría no desechar ninguna variante de antemano. Nuestro protagonista, como se ha visto, tiene una inagotable capacidad de adaptación. Y una habilidad difícil de igualar para pasar sin manchas por lugares de los que otros salen enchastrados.
¿No es Jorge Telerman la metáfora del político argentino? Como el camaleón, el afrancesado cambió de filiación partidaria según la ocasión.
Sú último antecedente nefasto es su apoyo encubierto al golpe institucional en contra de Aníbal Ibarra.
Actualmente, le tira dardos "de compromiso" a Mauricio Macri (su antiguo aliado en la destitución de Ibarra) y ahora se asocia con Elisa Carrió -¿todavía vive?- y Enrique Olivera...
Hay una máxima anónima que asegura que todos los políticos tienen los pies embarrados. Telerman responde con creces a esa premisa.


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1 Comentarios:

Blogger Pep dijo...

si un politico se cambia de partido 1 vez es un traidor, si lo hace varias veces tiene cintura politica (?)

13/4/07 19:25  

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